Gobierno y Gestión Organizacional desde la Ontología del Lenguaje
La Organización moderna
necesita en sus Directivos y Gerentes competencias emergentes basadas en un
sentido humano no tradicional, que les permita ser exitosos ante los
retos de este siglo
Existe bastante consenso
en que la organización moderna necesita transformarse para volverse sostenible
en este nuevo siglo[1]. A este
respecto, Directivos y Gerentes, por lo general, han sido debidamente
capacitados para articular cambios a la estructura de los activos físicos disponibles
(tecnología, maquinaria, sede corporativa, etc.), pero no así para alcanzar los
beneficios que se espera de ellos. Hoy
hay bastante consenso en que lo que hace falta tiene que ver con ciertas
habilidades emergentes, generalmente conocidas como “habilidades blandas” o “Soft
Skills”.
Para algunos el aprendizaje de estas nuevas
habilidades tiene que ver con aprender ciertas técnicas o métodos, en lo
personal, me uno a quienes creen que se les debe abordar de una manera más
profunda.
La Ontología del Lenguaje (OdL), una
disciplina forjada a partir de la segunda mitad del siglo pasado por el biólogo
chileno Dr. Humberto Maturana, es una excelente base desde donde actuar con una
perspectiva renovada y poderosa.
Somos varios los profesionales, que habiéndola
conocido, hemos desarrollado una práctica profesional conocida como Coaching
Ontológico[2], primero para atender las
necesidades personales del individuo; y luego, para atender las necesidades que
el individuo requiere para desempeñar los roles que asume en las organizaciones
con las cuales se relaciona. A este
último campo, hoy se ha generalizado llamarle Gestión Ontológica[3], y en mi caso, la llamo Gobierno
y Gestión Ontológica, por la necesidad imperiosa que percibo de saber
distinguir entre ambas funciones[4].
Esta perspectiva humanista de la
organización nos permite comprender que, para lograr verdadera transformación, es
indispensable cierta modificación en el comportamiento de los individuos que
participan en ella y que son afectados por estos proyectos de cambios estructurales.
A
mi parecer, para quienes tienen
la responsabilidad de Gobernar y/o Gestionar, hay cuatro funciones principales que les son inherentes:
- Interpretar la Realidad, para dar fundamento y sentido al hacer.
- Generar Visión, para diseñar futuro con Innovación.
- Evaluación continua de Resultados, para asegurar alcanzar los objetivos definidos.
- Aprender en todo momento, para lograr una adaptación continua al medio.
La imagen a la derecha ilustra estos cuatro
dominios de acción, en una dinámica recurrente y continua, en donde el individuo
actúa en todo momento en el Presente, con una interpretación del Pasado
y una noción del Futuro.
A continuación,
voy a desarrollar un poco más esta conceptualización y utilizarla para indicar
lo que creo necesitan aprender quienes
conducen organizaciones; y, para compartir algunas observaciones provenientes de
mi práctica profesional.
Dominio de la Realidad
La OdL nos permite aceptar que somos falibles al
momento de percibir y por ello sólo podemos tener interpretaciones de eso que
llamamos “realidad”, por lo tanto, somos responsables de nuestras
interpretaciones y lo que hacemos a partir de ellas.
Otro aporte importante, es la concepción
humana de que somos seres con una biología o Cuerpo, en el cual existe
la capacidad de sentir Emoción y de razonar a través de un Lenguaje,
constituyéndonos en lo que somos, por la dinámica sistémica, recurrente e
indivisible de estos tres elementos.
Para mejorar nuestra relación con la
realidad, podemos revisar la dinámica de nuestro ser, buscando renovar/re-potenciar
las creencias maestras que usamos para percibir-interpretar.
El aprender a ser mejores observadores y a buscar
nuevas perspectivas desde donde interpretar, cambia nuestra dinámica al
percibir, lo cual nos abre a nuevas posibilidades de conocer-hacer, que pueden
hacer la diferencia entre el éxito/fracaso futuro.
Los actos lingüísticos más importante a
perfeccionar aquí son las Afirmaciones que utilizamos para nombrar y
definir/comprender cosas y conceptos, hacer análisis y síntesis de situaciones,
reconocer patrones, correlacionar eventos, aplicar modelos mentales; y en
definitiva, fundamentar distinciones y juicios acerca de la realidad, que nos
den más poder.
Al afirmar, socialmente nos comprometemos a
dar prueba de veracidad de lo dicho.
En mi relación con las organizaciones, he podido
observar que:
- No hay clara distinción entre hechos, deseos y opiniones.
- Falta rigurosidad en los trabajos hechos para fundamentar la percepción de la situación existente.
- Las expresiones de la realidad suelen estar basadas en miradas estáticas y aisladas del pasado, que no dan cuenta de la dinámica y patrones en la cual está inmersa la organización.
- Para interpretar, se hace uso casi exclusivo de creencias probadas del pasado, sea por uno o por otros.
- Hay escasa participación externa y rechazo casi automático a nuevas miradas.
Dominio de la Visión
Todo lo que hacemos en el “lenguajear[5]”, determina nuestro futuro,
el cual en ocasiones puede llegar a generar cambios importantes en el devenir
de otros, y en ocasiones, de la humanidad[6].
Por otro lado, los seres humanos actuamos
con intención, la cual proviene de nuestros gustos y de la visión que
tengamos de lo que vemos posible y queremos en el futuro. Nada como una buena visión para dejar el
espacio de confort de nuestros gustos y arriesgar para un mejor futuro. A mi parecer, este es el punto de partida de
la Innovación.
Todos actuamos desde algún tipo de visión y
hay visiones que tienen más poder que otras, en términos de lo que podemos
lograr con ellas. Nuestra visión nos
conferirá poder, en la medida que
contemos con afirmaciones generativas acerca de la realidad, mantengamos
relaciones enriquecedoras con otros; y, participemos con ellos en conversaciones
de especulación constructivas, en las cuales podamos aportar juicios fundados
acerca de lo que es posible o no en el futuro.
Nuestros juicios acerca de lo que es posible,
determinan nuestra capacidad para materializar nuestras visiones/sueños y el liderazgo
que podamos ejercer para que otros quieran ser parte de ellos.
Los actos lingüísticos a perfeccionar aquí
son los conocidos como Declaraciones, que son expresiones que se
refieren a algo cuyo efecto ocurre en el futuro, tales como decir: si/no, no
sé, tenemos un problema, te escojo a ti, gracias, te compro, te vendo, seamos
aliados, etc.
Al Declarar, socialmente nos comprometemos
a que ésta sea válida, lo cual depende de que tengamos la autoridad para
hacerla y que luego actuemos de manera congruente con ella. Si no hay congruencia entre la declaración y
lo que hacemos a continuación, ésta no se concreta; y lo que es peor, ante los
demás, anula toda posibilidad de generar confianza, es decir, que los otros
crean en uno, algo que sólo pasa cuando ellos perciben en nosotros sinceridad,
capacidad y una historia de compromisos cumplidos en el tiempo. La organización moderna, para ser sostenibles
en este siglo, requiere en sus directivos la capacidad de generar espacios
de confianza.
En mi relación con las organizaciones, he
podido observar que en las conversaciones habituales:
- Abundan las “declaraciones vacías” o “no comprometidas” de sus miembros.
- En vez de espacios de confianza, lo que hay son espacios donde se compite por tener la razón y los que tienen mayor autoridad le dicen al resto qué hacer.
- Los más “astutos” aprenden a pasar desapercibidos, apoyando sin lealtad ni compromiso, a quienes ellos creen son más “fuertes”.
- Los irreverentes con el “status quo” son excluidos, y a veces, castigados.
- Lo que se acuerda hacer, no compromete a quienes deben hacer.
Dominio de los Resultados
Desde la perspectiva ontológica, en la
organización todo ocurre en coordinaciones humanas que forman parte de lo que
hoy conocemos como Procesos y Proyectos[7]. Lo que hacemos en ellos, genera resultados,
los cuales pueden ser o no satisfactorios para uno mismo y/o para quienes
tienen ciertas expectativas a partir de lo que hacemos como integrantes de
equipos de trabajo.
Para obtener mejores resultados con nuestro
hacer, lo que debemos perfeccionar aquí es nuestra capacidad conversacional para
comprometernos y comprometer a otros, algo que hacemos utilizando un tipo
particular de actos lingüísticos declarativos denominados Promesas. Cuando alguien necesita algo, se lo pide
a otro(s) o alguien se lo oferta.
Es algo, que, a nuestra manera, hacemos
todo el tiempo y que genera compromisos entre los que participan[8].
Es importante aprender mejores prácticas para
Pedir y Ofertar[9], de manera que lo que se
vaya a producir nazca de una visión compartida, con condiciones de satisfacción
predefinidas, que son negociadas libremente entre las partes hasta llegar a un
acuerdo de los compromisos adquiridos por cada uno de los involucrados. De esta manera, la ejecución puede ocurrir en
un hacer autónomo-responsable que sólo requiere de cierto seguimiento y
coordinación, asegurándose de que al finalizar, los involucrados cierren el
compromiso declarando la satisfacción obtenida y las lecciones aprendidas.
La otra capacidad importante a desarrollar
aquí, son las conversaciones para: la intervención de situaciones no deseadas,
la evaluación, la motivación, el desarrollo del personal a cargo, y similares.
En mi relación con las organizaciones, he
podido observar que:
- La asignación de responsabilidades es en base a tareas y no compromisos adquiridos.
- Solo algunas de ellas basan su evaluación en indicadores realmente claves, definidos a priori y monitorizados de forma continua. Quienes usan indicadores, terminan poniendo toda su energía en explicar o “manejar” dichos indicadores. Muchas veces, los indicadores pasan a ser el objetivo a lograr.
- La revisión de indicadores es una ceremonia en donde se premia/castiga a los involucrados, pero poco o nada se hace para investigar a fondo los patrones subyacentes en acción, antes de decidir las acciones correctivas a seguir para mejorar el hacer o para cambiar el rumbo, si ello es necesario.
- Los conflictos y roces personales se instalan en la “cultura organizacional” y son ignorados y no atendidos, a un gran costo para la organización.
- Lo que abunda son las Quejas, es decir, expresiones acerca de lo que está mal, mas no así, Reclamos que definan lo qué está mal y tiene que cambiar, dado lo que está pasando.
Dominio del Aprendizaje
Somos seres reflexivos en nuestro “lenguajear”,
observamos lo que pasa y nos pasa, en un mundo cuyas complejidades han aumentado
y nos cuesta comprender. De esta reflexión,
aprendemos de nuestra experiencia y podemos identificar áreas específicas en
las cuales necesitamos aprender.
En esta era del conocimiento, resulta
paradojal que la educación formal, en la mayor parte del mundo, esté basada en
las prácticas de enseñanza anteriores al siglo XX[10]. Esto ya está cambiando en los países
desarrollados y creo que podemos esperar que pronto se extienda al resto del
mundo.
Creo que necesitamos hacernos cargo
de nuestro aprendizaje, usando las nuevas formas y medios para aprender que hoy
disponemos[11].
Para ello, una competencia importante que
necesitamos aprender de inmediato, es a desaprender lo que ya no nos
sirve y reemplazarlo por algo que sí nos sirva.
En mi relación con las organizaciones, he
podido observar que:
- Se espera contratar personas que puedan demostrar que saben todo lo que se cree necesitar para desempeñar un cargo, para luego decirles qué y cómo hacer.
- Cada vez las personas tienen menos tiempo para dedicar al aprendizaje.
- El aprendizaje de alto valor, se usa como parte del paquete de compensación de ciertas personas y no siempre se monitoriza que lo que hayan aprendido, se aplique realmente en la organización.
- Ante los recortes presupuestarios, lo primero que se elimina es la inversión en educación.
- La oferta económica en educación no es asequible para todos: individuos y organizaciones.
[1] Ver post “Transformarse o Morir!” en mi
blog: http://bit.ly/15FuvNl
[2] En
adelante, todo uso de la expresión “ontológico(a)”, se refiere a que está
basada en la Ontología del Lenguaje
[3]
Gestión Ontológica – Ivonne Hidalgo (2009)
[4]
Ver post “Más Gobierno y mejor Gerencia” en mi blog: http://bit.ly/1p8FeHJ
[5] Término acuñando por el Dr. Maturana, para
referirse al uso del lenguaje como capacidad generadora y no sólo de
transmisión de información
[6] Ejemplo: influencia de Steve Jobs (Apple) en
nuestra sociedad actual
[7] Los
Procesos se encargan del hacer habitual; y los Proyectos, de construir futuro
[8] Aquí es posible encontrar el origen principal de lo
que las organizaciones reconocen como “problemas comunicacionales”
[9]
“Conversaciones para la acción”, trabajo de doctorado del Dr. Fernando Flores
[10] En donde la actitud esperada del que aprende es pasiva
ante quien enseña
[11] Esto es todo un tema a desarrollar, por lo
que prefiero referirme a él en otra oportunidad.
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